Afecto para estimular el cerebro

Por: Yolanda Reyes

Evania Reichert es una experta en desarrollo infantil que ha publicado varias investigaciones sobre la importancia que tienen los primeros años de vida en la formación de los seres humanos. Rescatamos este artículo sobre su trabajo, que fue publicado hace dos años en la revista El Librero.

Afecto para estimular el cerebro

Evania Reichert está convencida de que el incremento en las estadísticas que miden los suicidios infantiles y juveniles, así como la presencia creciente de la depresión en los listados de las enfermedades más frecuentes en el mundo,  tienen que ver con errores en la crianza de los niños, en especial de los recién nacidos.

No son ideas suyas y asegura con orgullo que su libro Infancia, la edad sagrada está basado en los hallazgos más recientes de la neurociencia. Por ejemplo, que entre el nacimiento y el primer año de vida se establecen en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales de toda la vida. Pero, aunque Reichert prefiere decir que su trabajo es el de una intermediaria entre los expertos y el público general, en su forma de describir la crisis que se vive en la actualidad y en las soluciones que propone se nota que tiene sus propias ideas acerca del tema.

El título que le ha puesto a su libro lo dice todo sobre su acercamiento. Para ella, la infancia es la etapa que determina el resto de la vida. Del bienestar de los recién nacidos depende la salud mental de los adultos. Así, los problemas cognitivos y la depresión que se están viendo en los jóvenes en la actualidad son consecuencia de los errores cometidos por sus padres hace algunos años. Por ejemplo, el hecho de que los niños sean criados por varias personas y no establezcan vínculos duraderos es letal. Después de todo, es gracias al afecto que se estimula la sinapsis y son las caricias, los besos y las cosquillas los responsables de que se multipliquen las redes neuronales.

Así las cosas, la percepción imperante de que los niños “ya no obedecen a los adultos”, y el consecuente pesimismo de padres y educadores que ya no saben qué hacer con ellos son señales de un cambio de paradigma. El modelo educativo que se había estado usando ya no funciona. Y para Reichert, la crisis es una oportunidad perfecta para hacer una evaluación. Según ella, podemos alegrarnos y aprovechar la coyuntura para plantear ideas nuevas.

Además de los proyectos que están surgiendo aquí y allá, y de las escuelas innovadoras que se están fundando, las personas se están atreviendo a plantear preguntas incómodas. Por ejemplo: ¿Quiénes son los profesionales del área de la educación que ganan el salario más bajo? Respuesta: los que trabajan en guarderías  y jardines infantiles. Según Reichert, ellos deberían tener un sueldo mayor que el de los profesores universitarios, pues de su trabajo depende la cantidad de esfuerzo que los otros tendrán que invertir en sus estudiantes.

Por otro lado, ¿cómo es que la ampliación de la licencia de maternidad no es una prioridad de la sociedad? Los estudios han demostrado que un bebé necesita haber cumplido seis meses, como mínimo, antes de separare de su madre. ¿Por qué? Porque antes de ese tiempo no sabe dónde termina él y dónde empieza ella: siente que ambos son una sola persona y por lo tanto le cuesta trabajo asimilar la separación, especialmente si esta es abrupta. En los debates en los que ha participado Reichert en el Brasil, se ha topado con empresarios y dirigentes políticos que aseguran, sin titubear, que dar seis meses de licencia de maternidad conlleva un costo muy alto. Ante el argumento, ella sólo atina a preguntar: ¿no es un costo más alto el que estamos pagando, poniendo en riesgo el bienestar de nuestros hijos, y por lo tanto su rendimiento en un futuro cercano?

En el libro hay espacio para los hallazgos de la neurociencia que dan sustento a estas ideas y para el examen de las fases por las que pasan los niños en su desarrollo. Pero si lo que busca el lector es un manual o un libro de recetas, está en el lugar equivocado.

De hecho, parte del problema, según Reichert, es que los adultos, de un tiempo para acá, decidieron dejar de pensar. Se limitaron a comprar libros por el estilo de “Cómo hacer feliz a tu bebé en diez pasos”, que abundan en las librerías y que a la final los dejan tremendamente confundidos. Porque no hay recetas que funcionen en todos los casos. El único consejo imperecedero es éste: entienda que el bebé que tiene entre sus brazos es un ser humano, conózcalo, averigüe cuál es su temperamento, cuál es su historia. Sólo así sabrá cómo debe tratarlo. Probablemente, el afecto fluirá con naturalidad.

Artículo escrito por: Isabel Calderón Reyes

Para la revista El Librero