Nuestra Directora: «Lovely weather»

Por: Yolanda Reyes

Estas páginas están abiertas al debate, a la reflexión y al intercambio. Todas las escrituras son bienvenidas.

En su columna para El Tiempo del lunes 28 de noviembre, Yolanda Reyes escribió:

La reina Isabel está al tanto del invierno”, declaró nuestro presidente desde Londres hace una semana, como si eso significara algún alivio para los damnificados. Contó también que Su Majestad le había preguntado sobre la economía y sobre las lluvias y que habían recordado los días de universidad de Santos en Londres. “Inclusive me echó un chiste”,  agregó, y ya todos conocemos la afición presidencial por romper el hielo con chistes sobre profesionales. El de la reina no era de ingenieros sino de economistas.

No hay que culparla. Quizás para evitar los temas álgidos de política y religión que desaconseja el protocolo, se guió por aquella frase de Óscar Wilde: “La conversación sobre el clima es el último refugio de los poco imaginativos”.  El problema, sin embargo,  es que clima no parece ser un buen refugio en este siglo amenazado por los cambios climáticos, y mucho menos lo era ese día para muchos desventurados colombianos.

¿Cómo es el clima en su país? ¿Hay estaciones? Me cuentan que ahora están atravesando un crudo invierno, pudo haber dicho ella. ¿Cómo iba a saber que mientras Santos, su esposa, su cuñado-Embajador de Colombia ante el Reino Unido y su elegante comitiva, enfundados en abrigos de paño inglés, disfrutaban de la niebla londinense, existía otro país en el que la gente se enfrentaba a ríos de fango? ¿Quién le iba a decir que una de las diferencias entre los dos mundos es que en uno se habla del clima y en el otro se lo padece como un determinismo, especialmente si se es pobre?

“La temporada de lluvias deja en este momento un balance de afectación que corresponde a 358 municipios afectados en todo el país y un número de 101 personas fallecidas en lo que ha corrido entre el mes de septiembre hasta la fecha” (sic), declaraba el director de Gestión del Riesgo, en una reunión menos divertida que la de Buckingham. A su turno, el ministro de transporte recomendaba a quienes  estaban atrapados en la carretera de La Línea “buscar caminos alternos para devolverse  a sus sitios de origen”. “Transitar con mucha precaución y mucho juicio”, advertía, como si fuera un padre que entrega las llaves a su hijo adolescente.  La vía alterna era la ruta a Manizales por el Páramo de Letras: ¿otro chiste?… Para sumarse a la comedia, el general Palomino anunciaba la buena nueva: “los vehículos que por efecto del deslizamiento tengan que devolverse… quedan exonerados de pago de peaje”. Se refería a un peaje de regreso únicamente.

Esa otra Colombia, desconocida por la reina, seguía sumando tragedias a la cuenta: 349 mil damnificados, seis carreteras nacionales cerradas, 19 secundarias, 300 pasos restringidos y 10.000 millones de pesos diarios de pérdidas para los transportadores. Sin embargo, a su regreso, el presidente declaró que el país debía acostumbrarse a los inviernos y que este no había sido peor que el anterior puesto que había “menos damnificados, pero más víctimas mortales”.  Los muertos, entonces,  ascendían a 103 y sus deudos habrían merecido unas palabras más solidarias.

Aún faltaba el mayor chiste de la gira: en la entrevista que Santos concedió al periodista Frost, declaró que si cumplía los objetivos que se había trazado para el cuatrienio, no aspiraría a la reelección, lo cual indica que, a juzgar por la lentitud de sus ejecuciones, lo tendremos un buen tiempo con nosotros.

Si no fuera tan dramático, sería para morirse de la risa. Pero hoy no estamos para chistes y más allá de los guarismos, cada “víctima mortal” es una persona que nos duele. 103 muertos en dos meses, no por causa del invierno, sino por la improvisación, la negligencia y la pobreza merecen un tratamiento diferente. Acostumbrarnos al invierno y salir corriendo ante el riesgo de avalancha: he ahí las recomendaciones del presidente, que más parecen dignas de algún maestro inglés del humor negro.

Yolanda Reyes